jueves, 15 de marzo de 2012

mausoleo de Kirchner


 


La información dice que el napoleónico mausoleo de Kirchner ocupará 625 metros cuadrados, obra adjudicada a dedo a la constructora de Lázaro Báez y supervisada por Máximo K. Imitando la del Gran  Corso, Napoleón Bonaparte, tendrá dos plantas: en la baja, ocho féretros circundando uno central, donde se ubicarán los despojos mortales de quien se creyó inmortal: Néstor. Sobre él una inmensa Cruz. La paradoja final para quien promovió la quita de crucifijos en los organismos del estado y públicos, y vivió enfrentado con la Iglesia. Pareciera que el Mal queda sepultado bajo el Signo del Cristianismo, para que nunca pueda volver a surgir desde las tinieblas. En la planta alta, curiosos y visitantes podrán circular para ver la fastuosidad de una tumba que refleja dos realidades: una, el ego inconmensurable de una familia que se creyó parte de los dioses; y la otra más dura, la realidad de un destino que en algún momento nos alcanzará a todos, sin importar lo grande que podamos sentirnos. Así, en Río Gallegos, el monumento dejará desnudo al impostor que sembró el odio entre los argentinos, que deseó el poder sin importarle nada, y en ese tránsito hacia la perpetuidad de su poder, se encontró con el destino que, inexorable, marcó su triste y solitario final. Con el tiempo, las pasiones convertirán el mausoleo en una curiosidad turística, sin importar quién era o qué dejó para la posteridad.  También será el símbolo del totalitarismo, de una época oscura donde el Estado de Derecho estuvo ausente y la Constitución fue violada en forma reiterada, hasta llegar al ridículo como el de las "Candidaturas Testimoniales". Será refugio de defensores de derechos humanos de los terroristas. Allí harán actos Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, las más beneficiadas económicamente, que llorarán la pérdida de su benefactor y financista espúreo. El tenebroso mausoleo cobijará para siempre a quien la Historia juzgará como uno de los infames mayores que ocuparon la presidencia de nuestro país. A los argentinos nos robó la paz, la unión y la concordia, entre otras cosas. Tal vez haya piadosos que pidan por su descanso, u otros duros que lo maldecirán por toda la eternidad. Tal vez su epitafio debería decir:    Aquí yace quien en vida destruyó la República, fomentó la desunión de sus habitantes, compitió en el paroxismo de su locura con Dios... y perdió 





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